¡Oh! ¡Dios mío!
¡Tengo un Dios!
¡Ganado con mi dolor!
¡Lo he conseguido
en tiempo récord!
¡Mi amigo!
¡No se va de mi lado!
¡Lo llamo a diario!
¡Me tiende su mano!
¡A sus dedos me agarro!
Años atrás,
un desconocido,
hoy,
¡mi mejor amigo!
Arde, dentro de mí,
con una fuerza gravitatoria,
¡maestro de maestros!
Y, ante mi dolor,
su alegría,
un bello poema.
Mi Dios es así:
¡un amigo verdadero!
¡un amigo eterno!
¡no me deja!
¡amigos fundidos!
¡amigos en alma!
¡amigos en espíritu!
Y, con su gracia,
vuelo al firmamento
y dejo, los embrollos de la tierra,
ésos que, a veces, me atacan.
Así que yo,
con mi Dios,
vuelo más y más alto…
¡pierdo mi dolor!
Y, mis pérdidas,
¡ganancias vivas!
sana energía
que, me lleva, por allá arriba.
¡Gracias mi Dios!
¡Aquí estoy yo!
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