En el puente del río,
tu brío, enciende mi fe.
Llegas, desde una colina,
maravilla de tu ente.
¡Río soñado en mis cuentos!
¡Río del alba!
¡Río atemperado!
¡Con cuerpo de betún!
¡Claro betún!
¡Marrones verdosos,
que se hacen, más claros,
con el auge de tu curso!
Al llegar a este pueblo,
con el puente de hierro,
te conviertes,
en un río de plata plomada.
Río que suspira,
al ver, a sus mujeres guapas
y, hasta, canciones les canta.
¿Te acuerdas de aquel barquero
(barquerito de lora)
que paseaba a las mozas?
Hoy, las mujeres del pueblo,
susurran,
delante de tus aguas,
a sus amores reconvertidos.
Y, los coscones,
se atreven a mirarte,
pensando, en tu duende mago
y, en tu mar,
manso de amores.
Río Guadalquivir,
¡brotas a borbotones!
Tu embrujo,
llega hasta Lora,
contigo, la vega llora,
por todos los amores
que enamoran,
contigo, la vega llora.
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