Blindo mi corazón,
con este resguardo, simulado,
de un día de abril,
con espanto entre mis brazos,
libre pájaro.
Me codeo, con la más alta nobleza
de mi vecindario,
sin ganas, para no verte.
Te puse de patitas en la calle;
yo, me marcho, sin pensarlo,
¡hasta París!
¡no quiero estar aquí!
¡no permito tus malas maneras!
Y, hoy, no vengas con tu disimulo;
¡yo sé quién eres!
¡he estado a tu vera!
Así que, ¡humo! ¡humo!
¡tierra de por medio!
¡no te acerques más!
Tienes una orden de alejamiento,
¡mal nacido!
¡vete hacia otro lugar!
bastante grande es este continente.
No imaginaba
la necesidad de huír;
desgaste en mi corazón
por tu mala casta,
por tus malas maneras.
Y no vengas a París…
¡en toda tu vida entera!