Quién soy yo (Número 324)


Miro mis manos, cansadas,

de tanta lucha,

¡ajetreada lucha!

No cuento mis penas,

una tras otra, cada día.

No miro hacia atrás

una pesadilla,

surca mis pesares

hacia un pozo, sin salida,

donde la nube del placer

se esfuma, dentro

de una barraca portuaria,

entrelazada,

entre la vida y la gloria.

Y, en mí,

las lágrimas afloran.

A veces, me hacen fuerte

hasta mi victoria.

Y, un retruécano variopinto,

¡perder la vida en un segundo!

¡perder en un segundo la vida!

turbulencias me manda.

Y, en mi plano físico,

¡mis manos me suelta!

¡me suelta mis manos!

hasta, caer, en el vacío,

dando vueltas y más vueltas.

¡Sollozos por el camino!

¡Mareos despertinos!

Y, un porrazo,

me despierta,

en una sala de hospital,

¡con mis manos atadas!

¡con mi cara magullada!

Y sin tan siquiera, saber,

quién soy yo.




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