Y, con un terrible dolor,
cerca de mi corazón,
con la candela de mi extrasístole,
tú me tratas así.
Tu quimera, envenena mi alma,
no sonríes en mi pecho,
misterioso anagrama.
Tu mala fe,
se atraganta, en mi garganta.
Me da la muerte sitiada,
sin ninguna prueba,
de supervivencia.
Si no cesa tu maltrato
mi pensamiento, no vuela;
se topa, con el infortunio de la vida,
con el retazo de la desgracia,
con mi muerte psicológica.
Yo estallo,
convertida, en trocitos,
¡colgajos!
Me voy de tu vera…

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