Mis manos calientes,
sudorosas, con el deseo,
de abrazar tu amor,
invitadas,
a una lucha diaria
por tocarte.
Viven ardientes,
por ese loco menester,
de llegar a tu corazón.
No saben que, tú,
vas en otro barco,
muy lejos,
has atravesado el océano,
te dispones,
a una nueva vida,
entre mar y tierra,
rodeado,
de sirenas hambrientas,
voraces,
seguramente,
te harán el amor a pares.
Así, mis manos,
morirán abrasadas,
en breve,
¡seguramente!
Pingback: Sirenas hambrientas (Número 173) – 🌎 Alquimia. Bellos poemas. Mercedes Merluna.