Con tu boca enferma, ya no me besas,
mis labios palaciegos con tristeza,
tu desgana junto a tu flaqueza
sin fuego en tus lisonjas espesas.
Me arañan esas noches feligresas,
malas noches de muerte, sin viveza,
letales selvas frías de aspereza,
borrándome mi ayer de princesas.
Lejos de ti, en otra dimensión,
en el bandeo sin sentido alguno,
a gritos, ruego tu absolución.
Hace años que te busco en Neptuno
y, en mi oído, su contestación,
que yo te quiera como a ninguno.