Ya sé que,
para ti,
soy insignificante,
solo un número,
en tu agenda,
gastado,
por los años,
que llevo esperándote;
¡cuántos años!
Ya sé que
ni miras mi nombre.
Para ti,
¡obsoleto nombre!
Ya sé que,
jamás, lo has mirado.
¿Para qué?
si yo he pasado
por tu vida,
sin que, tú,
te des ni cuenta.
Solo he sido,
para ti,
mujer abanderada
de tus miserables horas
de tu aburrimiento.
Ya sé que, las cenizas
de mi corazón,
a ti,
no te importan.
Ya sé que,
mi dolor atónito,
a ti no te asombra;
ya, lo sé…
Y, todo, por quererte así,
¡sin más!
por amarte
¡con la locura de mi mente!
¡con las caricias de mi alma!
Ya sé que,
Mercedes, no es nada
en tu agenda,
que mi nombre
ni lo miras.
Ya, no me preocupo…
Ya, me acostumbré.
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