Poeta (Número 77)


Y es la hora

de los poetas encantados

que no duermen,

ni de día ni de noche,

en la búsqueda,

de un ramalazo de

inspiración

que nutra su poema,

con la efervescencia de la vida.

Y le impregna,

un toque de nenúfar

trenzada,

en una noche sonámbula.

Y, como poeta,

aprovecha, para hablar

con su musa,

de sus más íntimos secretos.

Y, ese poeta,

tarde o temprano,

lo consigue, llega

a ser consciente de su musa.

Y ¡le habla!

Y ¡le pide!

Y ¡le ruega!

Y ¡le da su amor!

Y ¡le da su desamor!

Y ¡ríe con ella!

Y ¡llora con ella!

Y ¡todo por ella!

¡Silencio!

llega la noche para

el poeta y, su musa,

sigilosa,

se despierta.




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