Mangas milenarias,
mi león, come, en mi mano,
por el simple hecho, de tocarme.
¡Fuerza! ¡Más fuerza!
Mi cuerpo, pelea,
en la lucha, interminable,
que no cesa
por los intrépidos, puentes colgantes,
de una madera podrida.
Me agarraré, a alguna rama,
antes que se parta mi rutina
y, entre los planes incordiantes,
me tope, con una caída.
Bajo el puente, el agua fría,
en mis pies, las rocas oscuras
y, encima de mi cabeza,
las molestias de unas quimeras,
semblante, desperdiciado,
de almas cansadas,
en las verbenas calmadas,
de locuaces penas a tu vera,
Ingrid ventolera, culmen,
de lo que yo quiera,
mi alma, te espera
y, mi cuerpo, casi partido,
se recompone, en la vetusta ciudad,
de los perdidos hasta que, tú,
me veas amor mío,
por los anchos caminos
y, por las bellas orillas,
de un dulce mar,
con cantos bohemios,
contigo,
al atardecer, en tus brazos
y, al alba, en tu regazo.
😘😘😘😘