¿Quién se queda?
¿Quién se va?
Ya nada igual,
mi cabeza, envuelta,
en castros de luciérnagas,
combinaciones imparables
de casos interesantes,
compenetrados, en la vida,
de los cambios repentinos.
Dolores entreverados,
¡por aquí! ¡por allá!
¡siempre duele igual!
Corpulento dolor, que raja,
Cálice (satélite de Júpiter)
con sus logros santificados,
en el mundo de los grafos,
con la peculiaridad,
de una panacea.
Desgracia, sin duda,
en este terreno duro,
con el viento en contra
y, con la luz, en los ojos,
pegándome a su antojo.
¡No necesito responso!