Se me salta una lágrima,
cada vez,
que leo tu carta;
esa carta tuya
en la que, tú,
me cuentas,
al detalle,
toda tu vida.
Se me salta una lágrima,
y, en la distancia,
desde dentro
de mi alma,
te pido perdón,
amor mío.
Yo sabía que me amabas,
yo sabía de tu sufrimiento,
¡jamás te dije ni una palabra!
¡jamás te hice una llamada!
¡jamás abandoné mi trabajo
para verte!
¡jamás te acurruqué,
en mi pecho!
¡jamás fui tu consuelo!
Y, hoy, cuando leo tu carta,
amor,
¡se me salta una lágrima!
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