Como una gota
de tu lágrima,
derramada
en aquella tarde,
bochornosa, loca,
cuando yo
te traicioné.
Y, ahora,
tan distinta
de la de ayer;
vi que tu corazón,
por mí,
derramó gotas de sangre
y, sin decirme nada,
tú te abrazaste
a mi pecho,
llorando
encarecidamente
y, a mí,
me mordía
el remordimiento.
Y, en ese momento,
comprendí
el dolor de tu corazón,
tan enamorado.
Y, en ese momento,
comprendí
la traición
de un ser amado.
¡Juro
que viviré a tu lado!
¡Juro
no dejarte solo,
mi amor!
Mi traición,
¡no renacerá!
¡no, mi amor!
¡no renacerá!