Picoteas en mi amor
con nocturnidad.
Soy para ti un caballo
indomable.
Te miro, con astucia,
desde mi establo…
¡tan diferente al tuyo!
mi pequeño habitáculo.
Y mis vuelos
hacia tus mares,
se me abren de par en par.
Y mis vuelos no mueren…
en el vacío,
no mueren…
en el olvido de amarte.
Yo me he vuelto
de acero,
vuelo en tu océano,
mirando, de un soplo,
tu horizonte
y, al verte,
soy polvo,
me inserto en tus poros.
Y me adhiero a ti,
desde que te vi, perdida,
por este firmamento,
con el socorro
de mi muerte,
con mis días lentos,
con mis noches negras,
con mi bagaje, tan doloroso,
con tus batallas vencidas,
con las mías perdidas
y, con las nuestras, no realizadas.
Así que aléjate de mí,
me voy, con tu amor,
en carne viva,
a morir en esta,
mi última batalla.
Adiós, mi amor,
adiós…